En el transcurso del año que termina, por la situación a raíz de la pandemia hemos tenido un fuerte componente de incertidumbre, factor que es contrario a toda planificación a mediano plazo. Para el 2021, si bien es cierto que esto se mantendrá en alguna medida, es preciso dar pasos hacia una planificación de actividades que implique una recuperación paulatina.
En el 2020 ha sido muy difícil planificar la actividad empresarial, y más bien se ha tenido que responder en forma reactiva a las diversas situaciones que se iban sucediendo. Ello ha implicado un liderazgo fuerte en la medida que fue necesario a veces tomar decisiones complejas o difíciles, para afrontar la baja de actividad o las circunstancias especiales del trabajo en pandemia.
Podemos visualizar para el 2021 un escenario también complejo, pero en lenta recuperación tanto de la economía local como internacional. En números grandes, se prevé un aumento del PBI local del 2,83%, una inflación del 7,5%, con un dólar a $ 45 para fin de año, lo que permite una planificación mayor, tanto durante como post-pandemia.
BASES DE UNA BUENA PLANIFICACION
Claramente es preciso para realizar este proceso en forma completa, conocer a fondo la situación concreta de cada empresa, lo cual no impide establecer algunas pautas claves que siempre es necesario considerar en cualquier proceso de planificar a mediano plazo (6 meses a 1 año):
- Analizar muy bien la situación del sector en que nos encontramos, sus tendencias, su contexto operativo, su vitalidad y oportunidades, como asimismo sus dificultades y amenazas reales.
- También obviamente analizar la situación concreta de la empresa: histórico de Ventas, situación y prioridades financieras, oportunidades de crecimiento o/y de reconversión, y cuáles son las dificultades mayores que tenemos que enfrentar para estabilizar o desarrollar el emprendimiento.
- Fijarse 3 o 4 objetivos importantes para el año: en base al análisis anterior. Pocos objetivos permiten focalizarnos y no enredarnos con muchas cosas, perdiendo efectividad y recursos. Los objetivos deben ser concretos y cuantificables, es decir posibles de evaluar en general.
- Delinear una estrategia para alcanzar esos objetivos: lo que significa que recursos, sectores de mercado y oportunidades vamos a trabajar, y por supuesto cuáles son las amenazas concretas que debemos reducir o eliminar. En este tema cobra importancia central en casi todas las actividades, tener un fuerte canal de ventas digital, una dimensión que actualmente es insoslayable.
- Tener muy en cuenta quiénes van a ser nuestros aliados: en este proceso vamos a contar también con aliados, como proveedores estratégicos, clientes fundamentales, e incluso muchas veces con colegas con los cuales podemos tener alianzas puntuales para determinadas metas parciales y objetivos.
- Colaboradores: el rol del personal que nos acompaña siempre es de primera importancia, pero lo es más en períodos de salidas de crisis como el que se viene. Ello implica transmitir una visión clara de lo que queremos y adónde apuntamos nuestras fuerzas, logrando comprometer al personal en esos objetivos.
- Administración financiera detallista: más que nunca se vuelve necesario la programación y monitoreo financiero de la empresa, mes a mes, y semana a semana. Evitar costos inflados y superfluos, controlar los “costos ocultos” producto de ineficiencias, exceso de errores o problemas de control interno. Analizar oportunidad, costo y objetivo claro si tenemos que endeudarnos. Seguimiento cercano de las cuentas de los clientes, priorizando y negociando cuando sea necesario.
BASES DE UN LIDERAZGO TRANSFORMADOR
La clave de este proceso es también tener un equipo de trabajo consolidado. Ello implica lograr que realmente nos aporte valor para consolidar la empresa en estos tiempos. En ese sentido, el rol de los directores o socios como líderes de equipos humanos es una responsabilidad que no se puede ni debe evitarse, a través de acciones como:
- Ser muy claros en lo que espera la empresa de cada uno, los objetivos a alcanzar en el período objeto de la planificación realizada.
- Escuchar al personal es una práctica saludable y necesaria. Como ser muy respetuosos en la comunicación, y también asertivos en lo que pretendemos y en cómo queremos que se trabaje para ganar clientes, mantenerlos y extenderlos, única fuente real de progreso.
- Promover una cultura de fuerte trabajo en equipo, de complementar esfuerzos y coordinar distintas funciones, en un clima positivo y agradable de trabajo. Todo esto redunda en un aumento de la productividad y resultados.
- Continuar actualizando y en lo posible desarrollando al personal en las competencias más fuertes de cada uno, aún en épocas difíciles. La vida sigue y en el 2021 proseguirá la reconversión tecnológica y la importancia de la calidad en lo que ofrecemos al mercado.
- Los trabajadores pueden tener motivaciones llamadas intrínsecas o extrínsecas: estas últimas vienen por los estímulos generados por la empresa, desde los materiales obviamente, al clima de trabajo, el “ambiente” reinante y las políticas de gestión humana. Las intrínsecas son a partir del propio trabajador, por estar en un puesto a satisfacción, desarrollar sus habilidades y preferencias, y sentir que crece. El líder debe apoyar esos procesos, en lo posible acompañado de un buen gestor humano en la empresa (el antiguo “jefe de personal”).
Si bien es cierto que estos procesos y actividades son complejas, un verdadero desafío para los empresarios que están al frente de sus organizaciones, también deparan muchas satisfacciones cuando se ven avances y logros. Constituyen además una ruta imprescindible para afianzar y desarrollar los negocios en un buen clima humano de trabajo.